Crónica Urgente.
En el día de ayer en horas de la mañana, fuerzas federales ingresaron abruptamente al territorio para realizar un allanamiento, violentando el previo acuerdo de la justicia con la comunidad.
No tenemos por qué hacerle el juego a los grandes mecenas de la tierra. Que miden su accionar según el costo del metro cuadrado.
Nos negamos a caer en sus números.
Sin embargo, estamos contando la cantidad de noches sin dormir que llevan las diez familias del Pu Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen.
Registramos la cantidad de papeles manchados de tierra donde se buscan guardar los cartuchos de balas, para poder llevar ante la justicia (si es que está se digna a mirar) y así emprender nuevamente las denuncias y las desestimaciones
Somos conocedores de la creatividad en los epew que les cuentan a los niños para poder borrar las imágenes de los hombres malos arrastrándolos por la tierra.
Llevamos el registro de las guardias diurnas y nocturnas que los compañeros se ven obligados a hacer para evitar que los maten en la noche.
Tenemos en claro el número de los autos, los encapuchados y los reflectores con los que volvieron a entrar ayer a la tarde.
Desde el marzo del 2015 se han recuperado las tierras que los mapuches le disputan a la Compañía de Tierras del Sud Argentino, propiedad de la familia Benetton, el mayor grupo terrateniente del país, poseedor de unas 900.000 hectáreas de campo en la provincias de Chubut, Río Negro, Buenos Aires y Santa Cruz. Son entonces alrededor de 545 noches de ese mal sueño mencionado anteriormente.
Al costado de la ruta donde empieza la comunidad , justo donde se amenazó a las tres compañeras de ser quemadas vivas si tocaban el Kultrum para alertar a sus familias que venían con armas, se pueden contar 200 cartuchos de balas de goma y alrededor de 100 restos de balas de plomo. Son entonces alrededor de trescientas balas las que se juntaron en la evidencia comentada anteriormente.
El colectivo que protagoniza la recuperación territorial, denunció la violencia del operativo ocurrido el 27 de mayo, que incluyó arrancar a la gente de sus casas a la madrugada y en algunos casos arrastrarlos de los pelos por el suelo. Varios niños, entre ellos un bebé de un mes de edad, sufrieron este maltrato. Esa noche se vieron obligados a pasarla (con temperaturas bajo cero) a la intemperie, porque la zona fue acordonada para “preservar evidencias” y no se les permitió regresar a sus hogares. Son alrededor de diez familias, muchos niños y niñas con mucho frío y sueños feos que vuelven cuando el sol se va.
En el día de ayer, 29 de junio, en horas de la mañana, fuerzas federales ingresaron abruptamente al territorio para realizar un allanamiento, violentando el previo acuerdo de la justicia con la comunidad que decía que si se daba la orden de entrar nuevamente al lugar seria con la presencia de la defensoría pública garantizando y resguardando la integridad de los integrantes del Lof .
Hay heridos. Hubo Miedo. Se resistió.
No tenemos por qué hacerle el juego a los grandes mecenas de la tierra, quienes miden su accionar según el costo del metro cuadrado.
Nos negamos a caer en sus números.
Pero les advertimos: acá hay compañeros y compañeras contando.
La cuenta es fácil: si tocan a uno nos tocan a todos.
Por Mariel Blejer.
Equipo de Comunicación Colectivo AL Margen.