¿Cuánto necesita una familia tipo para vivir? ¿Cuál es el piso del valor hora que debería percibir cada trabajador? ¿Cuáles son las primeras cuestiones prescindibles a la hora de los recortes dentro de cada vivienda? ¿Cómo enfrentan esta recesión las familias con trabajo informal? Historias mínimas ante el temporal de las máximas económicas liberales.
Bicicleta financiera
Soledad limpia casas ajenas. Cuatro veces por día son las ocasiones que tiene que extender el brazo para ascender a un colectivo de línea que la lleva y la trae desde el km 19 de Bustillo a Nahuel Hue, donde vive hace 5 años con su marido y su nene de 4 años.
Su marido trabaja en una empresa constructora con un arquitecto que lo llama por teléfono cuando lo necesita, pero este llamado está ligado a vaivenes climáticos y de la economía de mercado que suelen ser bien impredecibles, lo que consiste en una variable fundamental en los ingresos familiares. Gracias a que él está (parcialmente) en blanco tienen una tarjeta de crédito, la cual le complica saber a ciencia exacta cuánto dinero entra y sobre todo egresa de la familia por mes. Las cuentas no le dan para gastar por adelantado pero lo hace porque puede, ya que su tarjeta se lo permite, entonces hacen sin querer la clásica “bicicleta financiera”, aunque en estos últimos meses su celular no suena mucho y menos por trabajo.
Soledad sintió en carne propia cuando todos los precios subieron a borbotones y ella sin ni gremio, ni paritaria que la defienda no le pudo plantear a “su señora” que sus 50 pesos por hora le quedaron anacrónicos a la realidad de la canasta familiar y la suba de alimentos básicos.
Me contesta que no lo sabe, pero ella tiene que trabajar 3 horas para poder comprar una sola bolsa de cemento para encaminar la platea de la pieza que quieren hacer este año para su niño no siga durmiendo con ellos. Haciendo un recuento de todos los materiales (maderas, chapas, piso, revestimientos, etc) que necesitan para ese dormitorio de 4 x 4, la suma ronda los 50.000 $. Esto sin contar la mano de obra de su marido, ni algunos materiales que fueron juntando y consiguiendo en los últimos meses.
O sea que necesitará trabajar 1.000 horas reales, (sin contar el tiempo del viaje al trabajo) para destinarlo íntegramente a ese proyecto. A razón de 25 horas semanales, (100 mensuales) precisará al menos 10 meses para cumplir ese objetivo. Un esfuerzo demasiado largo y riesgoso que tiembla ante los vaivenes del tiempo.
Alquilar; un sueldo más gastos.
Ivana vino a vivir a Bariloche desde Gran Bs As hace meses nomás. Al igual que su pareja es docente y no tardaron en conseguir horas (aunque discontinuas y en carácter de suplencia) en diferentes colegios secundarios de la ciudad. Tampoco le costó mucho reencontrarse y sentirse a gusto con sus pares, afectos y amigos de toda la vida. Pero hay algo que todavía no pudo destrabar y le hace ruido: tener que alquilar una vivienda por 7.500 $ mensuales, más los gastos clásicos que ahora se multiplican con los criminales aumentos. La cuestión es que la suma supera a la totalidad de su sueldo. O sea que todos sus ingresos van a parar al alquiler de un techo que nunca será propio. Y con el sueldo de su compañero tiene que afrontar la larga lista de ítems que tiene pegada en su heladera y que relojea al pasar cada rato: seguro del auto, nafta, patente, alimentos, teléfonos, tarjetas crédito, y un “otros”, en donde anidan egresos de los más diversos, aunque no por eso innecesarios.
Cuenta que lo pensó y piensa notarse en las siguientes asambleas para “pegar” un nuevo cargo con más horas cátedra, aunque cree que seguramente será en la otra punta de la ciudad, y en horarios complejos que pondrán en jaque la vida social que viene afianzando con su pareja.
También dice que aquella posibilidad de tener un “pedacito propio de montaña” se aleja como los recuerdos de los días de calor. Porque a sus treinta y pico de años, la coyuntura frente a la necesidad de un lote propio donde edificar su familia ha cambiado y mucho en relación a sus anteriores generaciones. Hacemos juntos el repaso:
Sus abuelos, laburantes italianos de toda la vida, al llegar al país no tuvieron demasiados escollos de comprar un terreno (casi que se los dieron) donde desembarcaron y anidaron sus proyectos familiares.
Sus padres accedieron a un crédito hipotecario, que comenzaron a pagar cuando Ivana todavía no había nacido y lo cancelaron en su totalidad cuando vestía guardapolvo blanco de primaria, asegurando el techo propio de la familia.
Pero para las presentes generaciones de jóvenes, las posibilidades de llevar una remera que diga “propietario”, como dice la publicidad, son exiguas y se limitan casi a dos opciones: ocupar un lote en las periferias, o construir en el mismo terreno de sus padres.
¿Cuánto tiene que ganar una familia que alquila para poder comparar un lote estándar cuyo valor ronda los 40.000 $ dólares?.Hablando en castellano son unos 550.000 pesos, solo para adquirir la tierra y empezar a pensar en cómo afrontar la construcción.
¿Entonces cuántos años tiene que ahorrar una familia por mes para conseguir esa suma? En síntesis, si esa pareja ahorra 5.000 $ mensuales, necesitará más de 9 años en llegar a esa suma. Mucho más de lo que suelen durar la mayoría de las parejas en la actualidad.
En los últimos años, mientras la posibilidad de comprar una vivienda es cada vez más remota, alquilar implica un esfuerzo económico cada vez más difícil. El incremento del metro cuadrado, el aumento de las tarifas y los costos iniciales de acceso complican cada vez más a las familias que sólo pueden acceder a la vivienda a través de un contrato de alquiler. El titular de ADI (Asociación de Defensa del Inquilino), José Griselli, advirtió que “ante la suba de los costos, muchas familias no tendrán otra opción que alquilar inmuebles más chicos cuando les toque renovar porque ya no les alcanza para pagar lo que les piden mensualmente”. Según sus estimaciones, del ingreso familiar se destina más de un 50% al alquiler.
“Tomando en cuenta un salario familiar de 20.000 pesos –calculó- se está pagando 8.000 pesos sólo por el alquiler, incluyendo la expensa, pero luego hay que sumarle el pago de servicios que ahora tendrán un fuerte ajuste por los aumentos de tarifas”, explicó el titular de la asociación civil que protege a los inquilinos. La fuerte suba de la luz y el gas, impacta doblemente: a través del costo de la factura mensual y por el aumento de las expensas.
Entonces ¿Cuánto precisa un inquilino para entrar a un inmueble? El contrato de locación exige uno o dos meses de garantía, más la comisión de la inmobiliaria y el pago del mes adelantado. En promedio, un inquilino ante un alquiler de 7.500 $ deberá desembolsar inicialmente 30.000 pesos sólo para arrancar con un contrato de locación que si es a dos años tendrá la fría cifra impresa de unos 210.000 $. Los requisitos son cada vez más duros. Se cometen muchos abusos, pero el mercado sabe que es la única opción de acceso a la vivienda. Y se aprovecha de eso.
Hombre mirando al sudeste.
Germán tiene 45 años, dos nenes, y una compañera llamada Silvia en el barrio Frutillar. Le pregunto qué es lo que más le gusta hacer con su tiempo libre, y no duda: tomar mate dulce mirando por largos ratos su ventana que da al cerro del mismo nombre. También le gusta hablar de fútbol, conversar con sus vecinos y trabajar en lo que le gusta. Él es gasista y hace conexiones aunque no está matriculado. La cuestión es que en el último medio año ya no le dan las cuentas y lo que ingresa, apenas le empata a lo que gasta su núcleo familiar. Ya hablaron con su mujer y hay ciertas cosas que tienen los días contados en su rutina: el abono del cable, las compras en la almacén de la esquina que les fía, (pero que suma y mucho a fin de mes) y el gasto despreocupado de luz y gas de red, como si fuera una paradoja de la vida fiel al refrán “en casa de herrero, cuchillo de palo”.
Entre el parate para las conexiones de gas domiciliarias (esperando un gasoducto que parece que llegará después que el hombre llegue a Plutón), y el estancamiento en la construcción de la obra pública y privada (este 2016 estiman encuestas sobre el sector que se desmoronó un 24 % en relación al año pasado), hay otras cuestiones familiares que también se modificaron en la vida diaria: Germán, al igual que muchos hombres en la actualidad, son los que están por las mañanas en sus hogares, mientras que las mujeres sostienen otros emprendimientos, changas o rebusques para disputarle a la larga lista de gastos que se engrosa mes a mes.
Según nuevos datos oficiales cualquier familia que tenga un ingreso de 8.060 $, se encuentra en la línea entre la pobreza y la indigencia. En esa zanja que entran millones de personas está la voluntad política de que tengamos la tan manoseada frase “pobreza cero” o que “la economía cierre con la gente adentro”.
Esta situación resultaba impensada hace uno o dos años atrás con el auge de la construcción y los estridentes llamados de cada nueva temporada invernal o estival. “Ahora me quedo en casa, aprovecho para hacer alguna mejora que tenga pendiente, y espero que me llamen de algún laburo, sea de gas o de construcción en general”, me dice Germán mate en mano mirando con sus ojos negros los nubarrones espesos que vienen desde el sureste.
Por Sebastian Carapezza
Equipo de Comunicación Al Margen