Un tren repleto de pibes y sueños va a unir la cordillera con el mar llevando las voces de niños y adolescentes de la Línea Sur y los barrios de Bariloche a la capital de la provincia para festejar los veinte años de la “Semana x los Derechos”.
La idea nació después de un mate calentito que pasaba de mano en mano durante una reunión en Grupo Encuentro: “Se imaginan unir la cordillera con el mar en un tren lleno de pibes…” “Y si hacemos la marcha por los derechos en Viedma…” “Podríamos ir a Las Grutas también…” “Nosotros ya viajamos de la Quiaca a Buenos Aires con el movimiento nacional de los Chicos del Pueblo…” se escuchaba en la ronda mientras la apuesta subía y seguía circulando el mate compañero.
De a poco, el sueño deja de ser sueño, y se convierte en gente caminando junta por el mismo objetivo. Se convierte en movimiento popular. En una fuerza que como un tren empieza a rodar y ya no se detiene.
Hoy, a casi dos años de aquella ronda iniciática ya se consiguieron: dos vagones del tren Patagónico, 90 hospedajes en playa el Cóndor, una caravana de autos que va a ir junto al tren y el sólido compromiso que al Tren de los Derechos se suban los pibes y las pibas de los parajes y de los barrios mas alejados. Los que todavía no pudieron ver el sol recostado sobre la línea del mar. De ellos y para ellos es este sueño con forma de tren.
De Blancura Centro al Alto de Bariloche.
El piberío que conforma los barrios populares de Bariloche en muchísimos casos tiene origen en nuestra Línea Sur. Abuelos que se quedaron en el campo y otros que fueron desalojados. Historias de una o dos generaciones que tuvieron que migrar del campo a la ciudad en busca de un trabajo que faltaba en la comunidad de origen y que la ciudad podría brindar. Las comunidades que todavía resisten en parajes y pueblos, lo hacen en situación de aislamiento y poquísimas veces sus voces son tenidas en cuenta por las políticas públicas provinciales.
“Pareciera que hubiese un plan para evacuar del campo a la gente que es originaria de esos lugares. Vemos como los jóvenes emigran ¿Y adonde van? Se vienen a lugares donde después están destinados casi a la marginalidad y la pobreza.” Describe Edith Espinoza de Grupo Encuentro luego de la juntada con referentes de la Línea Sur, que van a subir al tren con chicos de las comunidades mas aisladas de la provincia.
De eso se trata. De seguir creciendo desde el pie y aunar una agenda en común, a pesar y en contra de este tiempo difícil, en el que los derechos conquistados en años de movilizaciones son considerados “déficit fiscal” por los tecnócratas de turno.
Veinte años no es nada.
Corría el año 1994 y la finalización del período iniciado por la dictadura militar culminaba con la reforma de la constitución, la reelección del entonces presidente Carlos Menem y la entrega del patrimonio y el Estado nacional a grupos económicos concentrados. Paradójicamente, en la misma reforma se añadió la Convención por los Derechos del Niño a la carta magna. La incorporación de la Convención, aún en pleno período neoliberal, dotó al movimiento de infancia de una bandera a la cual aferrarse, y de un norte hacia donde caminar, junto a otros movimientos populares que nacían en plena crisis.
Bariloche organizaba 2 años después, la primer Marcha por los Derechos, parida desde los trabajadores territoriales que abrazaron la causa de soñar todos los derechos para todos los pibes.
Hoy, a veinte años de ese hito histórico, las causas que originaron el movimiento empiezan a repetirse: “Volvemos a notar que aumenta la brecha entre los que mas tienen y los que menos tenemos, como en aquellos años. Y que cada vez son menos, los que se quedan con todo. Todos los que trabajamos en territorio nos damos cuenta que estamos peor que hace un año atrás. Hay más demanda, donde la problemática vuelve a ser el hambre. El hambre de comida, de pan, donde el problema vuelve a ser la soledad de los pibes, la soledad de las madres, la soledad de los padres y donde la violencia la vemos a la vuelta de la esquina.” Enumera Edith de Grupo Encuentro acerca del panorama sombrío que empiezan a detectar los trabajadores que están en contacto directo con la realidad de los sectores más empobrecidos de nuestra ciudad.
A pesar de esta realidad que va creciendo día a día en los barrios de Bariloche, la construcción colectiva insume y genera alegría. Porque como decía el maestro y pedagogo brasilero Paulo Freire, hay que denunciar la realidad que nos entristece, pero también enunciar todas las cosas por las que soñamos. Y ahí es donde ponemos en valor todo lo mucho que se hace comunitariamente todos los días para que los pibes larguen una sonrisa. De eso se trata.
Por eso un tren lleno de caras felices, pancitas llenas. Brazos dispuestos a abrazar. Manos que dicen y acarician rostros venidos desde el fondo de la historia. Esa alegría, ese movimiento popular, no lo podrán parar.
Nos pueden engañar con globos de colores, con falsas promesas y con promesas de cambio. Pero definitivamente, la derecha no es ni nunca será dueña de la alegría. Porque la alegría es de los pibes del pueblo y de un pueblo que camina junto a sus pibes.
Hechos tren, hacia allá vamos.
* Por Alejandro Palmas.
Equipo de comunicación popular Colectivo al Margen.