Una reflexión en relación a la Ley de medios. El papel de las radios comunitarias y los equipos de comunicación social. La necesidad de recordar que somos muchos los que no olvidamos.
Hay una actividad muy utilizada por los docentes cuando de trabajar la multiplicidad de puntos de vistas se trata. Las mesas se llenan de diarios con distintos titulares sobre lo sucedido un mismo día. Los estudiantes deben ir reconociendo los énfasis, posicionamientos, intereses y audiencias que se ponen en juego. Suele ser un momento de mucha concentración y disputas, puesto que el oficio del periodismo radica en parte en la sutileza, en la sensibilidad y en la forma de interpretar tal o cual verdad “ Maestra ¿cómo sé qué es verdad? ¿Cómo hago para saber si este titular dice mentiras? ¿Los mentirosos saben que están mintiendo?” El guardapolvo, otra vez, oficiando de escudo y bandera frente a tantas preguntas y tanto debate dando vuelta (del bueno que nutre las sobremesas y del otro que llena de palabras sin contenidos la perversa caja boba). Ya lo decía Martí “Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época misma”.
En las últimas semanas la agenda de aquellos que nos definimos como oposición al gobierno electo estuvo repleta de actividades. Objetivamente la gente salió a la calle a reclamar y demandar que no se “toquen” algunas de las propuestas y conquistas que desde distintos frentes se fueron consiguiendo. Sin embargo, como se advirtió en la anécdota del aula, esta nota intenta aportar a las disputas que se están dando en torno a la verdad y al uso de la misma en post de la mentira. Pero esa verdad, que sabemos construcción subjetiva, está siendo amenazada constantemente. Nos es imposible alejarnos de nuestro rol de comunicadores cuando en los brindis de fin de año sobrevuela al pan dulce el temor a que se nos acaben los subsidios o presentación de proyectos estatales que nos permiten llegar a la impresión bimestral de nuestra revista. O la angustia de los compañerxs que hacen nuestro programa en el espacio que nos otorgó la Radio Pública. Por suerte siempre aparece la voz amiga que llama a la resistencia, a la creatividad y a la memoria.
Si la comunicación es un bien social, se podría inferir que los medios de comunicación (radio, televisión y prensa gráfica) también benefician a toda la ciudadanía porque son los median la información entre las instituciones y la sociedad. Pero esta lógica no es tan lineal, no siempre los medios de comunicación social han sido un vehículo de trasmisión de información fidedigno. El Estado como agente regulador tiene la obligación de garantizar que los medios de comunicación ayuden a que se universalice el acceso a la información y que se multipliquen las voces de análisis, de crítica, y de trasmisión de ideas en la comunidad.
Entonces, nos vemos obligados a acordarnos cómo fue que en 2009 después de muchos años de debates se sancionó la ley 26.522, más conocida como “Ley de Medios”. Y cómo desde hace un tiempo cuando se prende la radio o la televisión no solo vemos cuánto tráfico hay en la General Paz, sino que podemos enterarnos de temas más relacionados a nuestra ciudad.
En los últimos años las organizaciones sociales que gestionan medios comunitarios y populares crecieron y se fortalecieron, orientando sus estrategias para incidir políticamente en el ámbito de lo público. El 33 por ciento del espectro radioeléctrico está reservado para los medios comunitarios. Hasta el momento los desafíos que teníamos en agenda, gracias a la Ley de Medios, eran ante todo cualitativos ¿cómo ocupar ese lugar con participación popular, responsabilidad y calidad comunicacional?
Haciendo aún más foco en el abanico de posibilidades que esta ley permitió, aparecen en escena las distintas propuestas de radios cooperativas. Que ya estaban en el dial hace años, sin pedir permiso ni buscando aprobación alguna. De hecho en nuestra ciudad funcionan varias, que se han convertido en referencias barriales desde hace mucho más que doce años. En una charla con Valeriano Massa referente histórico de la Radio Comunitaria del barrio Virgen Misionera, contaba “La radio empezó con un transmisor muy chiquito, de apenas cinco vatios, que transmitía a cuatro manzanas a la redonda. Fue emergente de una necesidad y una demanda del barrio. Pero como el mensaje no encajaba, tenían que andar atentos a desarmar todo, subirlo en un auto y salir corriendo” y continúa “Por eso es también un motivo de festejo la ley de Servicios Audiovisuales de la democracia. Esta radio costó mucho al barrio y con su lucha sobrevivió a todos los problemas que surgieron. Esta ley no es una pelea contra Clarín, es un derecho que logramos para todos nosotros en todo el país”
Ese “nosotros” del que habla Valeriano, esconde una urgente necesidad de encontrarse y construir nuevas verdades en lo que respecta a los equipos de comunicación alternativos. Con la ley de medios y nuestro posicionamiento sobre las distintas medidas que el gobierno actual ha comenzado a decretar, pasa algo parecido. Es necesario entender qué es lo que está en juego y para eso también es importante saber de qué se trata.
“La comunicación es un derecho humano básico y condición ineludible para la construcción social de la identidad, presupuesto de la participación en sociedad. No es la comunicación apenas un ámbito más de la actividad empresaria privada: es el escenario constitutivo de la sociedad democrática, que es asumido por los habitantes como un derecho social.” (Javier De Pasquale, Cooperativa de Trabajo Comercio y Justicia Editores, Córdoba)
El derecho a la comunicación es tan importante como el derecho a la educación, la salud, la vivienda o el trabajo digno. De esta manera, a los oyentes se los considera ciudadanos y no meros consumidores. Las radios comunitarias de nuestra ciudad desempeñan un papel clave en el proceso de democratización y desarticulación de los monopolios que controlan los medios de comunicación masiva.
Es momento de llenar los bancos de las aulas y los distintos espacios donde trabajamos con producciones hechas en este marco conceptual. Donde la comunicación popular y las radios comunitarias constituyan una nueva herramienta para ejercer ciudadanía y poner en práctica el derecho humano a saber y poder discernir entre la verdad y la mentira. Solo construyendo desde y para los barrios y comunidades en las que estamos inmersos podremos profundizar los debates, dar pelea a la constante invisibilización, y construir distintas fuentes para elegir qué, cómo y dónde leer y escuchar lo que sucede en nuestra ciudad y el resto del país. Porque después de todo, ya lo decía nuestro querido Rodolfo Walsh “La verdad no sólo se cuenta, también se milita”
Por Mariel BLeger – Equipo de Comunicacion Popular Colectivo Al Margen