“no te mueras pibe, grítame a la cara tu bronca, tu pena, mi error, tu condena…” dice el poeta, expresando el tenor de su impotencia pero también de su dolor. Hay un “no te mueras para PABLO VERA” surcado por la lucha de los que estamos esperando se haga justicia. Justicia para un pibe que fue victima de la más cruel infamia, baleado por la espalda, sin oportunidad alguna. Su muerte es la expresión de los que la sociedad burguesa hace con los pibes pobres: darles la espalda y condenarlos.
En las primeras horas del día mièrcoles (17/02) comenzaron a acercarse jóvenes militantes luchadores, bajo las mismas banderas: las que hablan de la lucha contra la opresión, contra la muerte violenta de un chico indefenso de Fisquemenuco. De esta manera se inició el tan esperado juicio por el caso de gatillo fácil contra el sargento de la policía provincial Jorge Villegas quien en el mes de septiembre de 2014 fusiló al joven Pablo Vera sosteniendo que se encontraba dentro de su vehiculo particular.
Pablo y otros chicos víictimas de gatillo fácil como Atahualpa Martínez Vinaya, Daniel Solano, Diego Bonefoi, dejarán de morir y de ser olvidados mientras podamos visibilizar lo que nos rodea: “…la barbarie no dejará de existir si no luchamos para transformar, limitar, destruir las condiciones que las producen…” nos dice el pedagogo contemporáneo Pablo Gentile. Dejará de existir mientras escapemos a la mirada normalizadora que ha perdido el poder de producir espanto e indignación, cuando la vida de un joven es arrebatada.
Coincidiendo con estas palabras tenemos la mirada crítica de Horacio Pastor militante del Partido Obrero, ex-detenido del terrorismo de Estado, que nos dice lo siguiente: ” este hecho se inscribe en un contexto provincial de impunidad ante casos de gatillo fácil, incrementado por una política nacional de ajuste y criminalización brutal de la pobreza, que le otorga total impunidad a las fuerzas de seguridad, con el agravante que en el inicio de este juicio se presentó un protocolo de seguridad que habilita a las mismas a actuar bajo los arbitrios de la violencia y la mano dura, ante el consenso social de la denominada clase media”.
“Ni un pibe menos”, “justicia por Pablo Vera”, “Basta de Gatillo fàcil”, rezaban las leyendas escritas por los jóvenes al compás de la música combativa; jóvenes que se congregan a las puertas del poder judicial, que nos brindan el mensaje de que otra sociedad es posible, que no todo puede pasar sin que la tierra se abra y el cielo se caiga, porque debemos recuperar el valor político de la indignación; el detonante es la visibilización y la sensibilidad, pero esto debe ser acompañado de la lucha, del trabajo activo, para que ningún pibe se encuentre en una situación de vulnerabilidad, de exclusión social y del poder opresivo que subyuga a las propias víctimas.
Por Juan Carlos Prat y Crisitna Jarkowiec
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