El análisis de Lucas Rancés, actual presidente de la Asociación de Productores de El Hoyo, ensayando un acercamiento a la realidad coyuntural que transita el sector productivo de frutas finas en el Noroeste de Chubut.
-¿Qué balance podrías hacer del año transcurrido?
En relación a la fruta fina, y hablando de la producción propiamente dicha, podríamos decir que ha sido un año bueno, ya que no hemos tenido grandes problemas climáticos. Y también se sostienen los valores. Y si lo comparamos con otras regiones del país, en los que han tenido serios problemas meteorológicos, que afectaron muchísimo la producción, nosotros estamos en una buena posición. En cuanto a los precios, la incertidumbre es grande, porque no sabemos cómo serán los valores internacionales, si se va a habilitar la importación de frutas; ni cómo tendremos que competir con los precios internacionales si esa importación se habilita. Eso hace que tampoco sepamos si vamos a tener compradores, o no.
-¿Y cómo afronta el productor, el tema de los costos?
El costo de la fruta es un elemento muy variable. Cada productor trata de vender al mejor precio posible. Y en algunos casos hay mucha diferencia: por ejemplo, en un kilo de frambuesas, hay productores que lo venden en cincuenta pesos, otro en cincuenta y cinco, y hay quien lo comercializa en sesenta. Eso también depende de las posibilidades económicas que tiene cada uno, para “aguantar” los precios; o de tener una cámara de frío para guardar su producción hasta conseguir un valor más conveniente. Hace algunos días me alcanzaron una tabla comparativa donde figuran los datos del cultivo de frutillas, y en relación a la temporada pasada, el costo de implantación varió un 33%; el costo laboral, un 29%, los plantines aumentaron un 25%; y los abonos, 26%. Lo que menos cambios sufrió -aunque parezca mentira- fue el valor-dólar: sólo se incrementó en un 14%.
-¿Cómo se constituye el mercado que ustedes abastecen?
En pequeños volúmenes, se vende al turismo. También a las dulcerías de la zona. A nivel nacional, las que compran son las procesadoras de Bariloche, y otras de Buenos Aires. El mercado es bastante diverso.
-Mencionabas que el sector transita cierto grado de “incertidumbre”, ante la posibilidad de que se abran las importaciones; ¿qué se espera que ocurra, ante esa posibilidad?
Lo que esperamos como productores es que la importación satisfaga demandas que no podamos cubrir nosotros. Si la demanda nacional de frutas finas se abastece con producción importada por una conveniencia en los precios, nosotros desaparecemos.
-¿Y a qué tipo de competencia los llevaría una eventual apertura de las importaciones de frutas?
Justamente, hoy escuchaba a un fabricante nacional de juguetes. Él sostenía que, en su mercado, ellos abastecían el 50% de la demanda; y piden poder competir en las mismas condiciones, con los mismos valores de los juguetes importados. Nosotros esperamos lo mismo: si en Argentina se pide más fruta que la que nosotros podemos producir, que se compre afuera. Esto lo hemos planteado en los Foros de las Microrregiones. Y si bien no sabemos qué escucha política pueden tener estos foros, suponemos que el gobierno nacional -a través del Ministerio de Agroindustria- estará tomando medidas en relación a lo que venga del exterior.
-En este contexto, ¿qué rol le cabe al gobierno provincial?
Aún no hemos tomado contacto con los nuevos funcionarios, ya que se está armando la estructura del gobierno. Está todo muy fresco. Entendemos que luego de la época de fiestas regionales –durante las cuales se van a ir planteando las reglas del juego- vamos a tener novedades. De momento, nos estamos manejando medio a ciegas. Y el problema es que la fruta no puede esperar, sobre todo para quienes no cuentan con cámara de frío; y para los que sí cuentan con alguna, van a poder guardar y esperar los precios.
Por
Nodo El Bolsón (Revista “Raíz”- Cooperativa de Trabajo Comarcal de Medios Ltda – ANCISur)