Periodismo en la posdictadura.
Documentos periodísticos y frescos de los años ochenta. En Cerdos & Porteños, el escritor y periodista Osvaldo Baigorria reúne los artículos que publicó en las legendarias revistas El Porteño y Cerdos & Peces.
¿Qué tienen en común el Plan Austral, Néstor Perlongher y la Guerra de Malvinas? ¿Qué une las agitadas noches del Parakultural, la pluma de Miguel Briante y la reivindicación de grupos minoritarios? ¿Qué rasgos comparten Enrique Symns, el feminismo y el hexagrama 61 del I Ching? ¿Y que relación hay entre la apología de las drogas duras, el Informe de la Conadep y el Indio Solari?
Fácil (o no tanto), todos participaron, o pusieron su granito de arena (algunos de forma no tan intencional) para crear dos de los experimentos periodísticos más influyentes de los años ochenta, las revistas El Porteño y Cerdos & Peces. La primera con su sello marcado a fuego por el nuevo periodismo y las investigaciones incisivas en plena apertura democrática. Y la segunda, cuyo lema de tapa rezaba “La revista de este sitio inmundo”, fue una iniciativa corrosiva que se dedicó a forzar los límites del tímido destape en la posdictadura. Durante aquellos primeros años del alfonsinismo, luego de las atrocidades que llevó adelante la dictadura cívico-militar-clerical, estas dos revistas se propusieron dinamitar las bases del apolillado y vetusto periodismo gráfico nacional. “Entre esos dos polos se abrió un campo de intervenciones culturales y políticas donde fue posible forzar los límites de la llamada transición democrática hasta un punto inaudito para el progresismo de los ’80, un lugar de radicalización extrema de la libertad recién ganada y todavía amenazada por el autoritarismo. Entre estas dos redacciones se articularon y entraron en alianzas mentalidades y perspectivas con tal grado de diversidad y heterogeneidad que esa convivencia era ya en sí misma una manera de decir: ‘acá no somos fachos’”, explica el escritor y periodista Osvaldo Baigorria en la Introducción del recientemente publicado Cerdos & Porteños (Blatt & Ríos), el libro que reúne los artículos y crónicas que con su firma aparecieron entre 1984 y 1987 en las legendarias revistas.
El autor de las novelas Llévatela, amigo, por el bien de los tres (1989) y Correrías de un infiel (2005), del ensayo En Pampa y la vía (1998) y de la inclasificable transbiografía Sobre Sánchez (2012) cuenta en diálogo con Tiempo Argentino que la génesis de Cerdos & Porteños surgió de “la curiosidad por ver cómo se leían hoy estas notas, y de reflexionar sobre qué se sostenía ante el paso del tiempo. A medida que esos artículos escritos hace casi 30 años eran leídos o releídos por gente de distintas generaciones, en fotocopias, antes de que salieran en forma de libro, vi que mantenían actualidad, que seguían sorprendiendo. También me interesó rescatar el hecho de que esas dos revistas, más allá de haber sido ideadas y dirigidas por Enrique Symns y Gabriel Levinas, eran creaciones colectivas, tribales, emergentes de un espíritu de época.”
-Además del valor documental, decidiste acompañar los artículos con notas al pie y comentarios que aportan un toque “literario” al volumen.
-Las notas al final y los comentarios en torno a los originales están allí para agregar valor, contexto, anécdotas de “cocina” y reinterpretación, porque hoy las veo desde otra perspectiva. Me gusta la idea de un libro al que se pueda entrar y salir desde distintos lugares, que opera como rizoma, que conecta con el afuera desde puntos diversos.
-El libro también dispara reflexiones sobre cómo mutó el periodismo desde aquellos años. ¿Cómo era esa labor casi artesanal en las redacciones?
-No había Internet, no había teléfonos celulares, no había computadoras ni impresoras, se escribía a máquina, se editaba sobre la hoja con marcador y tijeras, se cortaba y pegaba con cinta scotch, se volvía a retipear para pasar la hoja corregida en limpio. Había alta probabilidad de erratas y también de errores gruesos, pero paradójicamente estos no eran tantos como los que se ven hoy en el periodismo digitalizado.
MEDIO MUNDO VARIETÉ. Hace un par de semanas, en la presentación de Cerdos & Porteños en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la joven escritora y documentalista Agustina Paz Frontera destacaba el rol rupturista de las dos revistas en las que Baigorria se ganaba el mango como precario colaborador free lance, luego de un largo exilio voluntario de más de una década y de ocho años de vida comunitaria en los bosques montañosos de la Columbia Británica del Canadá. “La Cerdos y El Porteño –arriesgaba Frontera– intentaban tirar abajo la puerta. Me gusta pensar la aparición de estas revistas en ese contexto de un salir hacia, de ruptura del yugo religioso y militar: imagino estas publicaciones como un balbuceo un poco rumiante y libertario.” Y esa búsqueda libertaria fluye en los 12 artículos firmados por Baigorria. Notas híbridas, difíciles de catalogar, en las cuales un joven cronista posa su mirada sobre la lisergia colectiva, los límites de la locura, la diversidad sexual, las drogas y la marginalidad.
Tipeadas a las apuradas en una máquina Olivetti para ganarle al cierre de edición y a la galopante inflación, Baigorria bucea los bellos sucios márgenes de la época posdictatorial; un universo donde desfilan grupos de anarquistas que organizan un seminario en un convento uruguayo, la primera militante sindical de las prostitutas nacionales y modelo “pionera en el desnudo senil”, sapientes feministas expertas en pornografía, activistas “yippies” devenidos en analistas de Wall Street, comparsas del carnaval de Río que poseídas bailan hasta casi morir y una olvidada marcha contra la visita del Papa a la Argentina. Sobre este evento, Baigorria precisa: “en los meses de 1987 en que trabajé de secretario de Redacción de Cerdos & Peces se preparó la marcha contra la visita del Papa Juan Pablo II. La redacción había cedido uno de los tres ambientes que tenía en el centro para que se reunieran los organizadores de la llamada Comisión de Repudio Al Papa (CRAP), entre punks, mohicanos, reinas de la noche y algunos tipos de trajes cruzados y anteojos negros que parecían pistoleros o servicios que entraban y salían, porque casi cualquiera podía participar de esas reuniones. Finalmente, la marcha no prosperó y los concurrentes al punto de encuentro en el Obelisco fueron gaseados y golpeados en un operativo que alcanzó a varios peatones y produjo alrededor de 100 detenidos, la tarde del 3 de abril del ’87. Ningún medio denunció la represión y casi todos minimizaron el acontecimiento. Que yo recuerde, el único periodista que lo mencionó fue Nicolás Repetto en el programa La noticia rebelde.”