El caso Ulises Enzo Paillalef.
El inicio de la primavera de 2014 trajo la noticia de la muerte de Ulises de 15 años en forma violenta en el barrio Nahuel Hue. La historia de Ulises se inserta en la de muchos otros pibes asesinados en los últimos tiempos y de la misma forma en el Alto de la ciudad. Hurgar en las causas, escuchar a los familiares de las víctimas e impedir que estas muertes se naturalicen es el intento de estas crónicas urgentes.
A Ulises le gustaba jugar al fútbol y estaba por anotarse en la liga. Tenía el berretín de los pibes de barrio que sueñan con el destino de wing. En el CEM 36 donde hizo primer año tampoco le iba mal y era bastante bueno para las matemáticas. Le gustaba mirar tele, sobre todo, partidos de fútbol, y siempre, casi siempre llevaba puesta la camiseta de River, el club de sus amores. Con esa camiseta andaba el último día que salio de su casa en el barrio Malvinas y se encontró con una muerte absurda y violenta de golpes y balazos. Ulises Enzo tenía 15 años, cuatro hermanos y una madre que lo lloran en silencio y piden justicia.
La vida no vale nada.
La vida parece no valer nada en los barrios de Bariloche. Niños, adolescentes y jóvenes asesinados de forma violenta empiezan a ser parte del paisaje, como un pino o una rosa mosqueta. Pibes asesinados y enterrados en patios de viviendas, arrojados en canteras y descampados o jóvenes ultimados a cuchillazos en plena calle van llenando páginas de crónicas policiales de distintos medios de comunicación de la ciudad. De tan repetidas o de tan ajenas para quienes siquiera conocen los barrios mas postergados, estas muertes terminan naturalizándose y quedan confinadas a esa otra postal que no merece salir en campañas de promoción o guías turísticas de la ciudad.
No es por pecar de clasista, pero las familias que lloran a sus víctimas pertenecen siempre a la misma clase social. Difícilmente las crónicas policiales transcurran en otros barrios que no sean Arrayanes, Malvinas, Nahuel Hue, Unión o Eva Perón. ¿Cómo nombrar las cosas por su nombre sin estigmatizar a determinados barrios o personas? ¿Cómo denunciar tanta muerte y tanto dolor sin caer en un pesimismo que nos paralice?
Causas y Azares.
En 1998 comenzaba el declive de la fiesta neoliberal, quedaba poco más de un año para el fin del segundo mandato de Carlos Menem, que con un frío bisturí se encargaría en sus 10 años de gobierno de completar la faena iniciada por la dictadura militar. Con bastante consenso social y la legitimidad de las urnas, pudo concretar la premisa de la dictadura en el plano económico. Esa de: “achicar al estado es agrandar la nación” que había sido prefigurada por el equipo económico de Videla y compañía.
Mientras que los efectos de esas políticas neoliberales recién empezaban a golpear en la periferias de las grandes ciudades. Aquí en Bariloche Estela Paillalef paría su quinto y último hijo, que como el héroe de la novela griega se llamaría Ulises de primer nombre; y llevaría el de Enzo, como segundo, igual que el “Príncipe Francescoli”, ídolo del club millonario, que se convertiría también en el club de las pasiones de Ulises.
Por esos años, Estela pudo armar su prefabricada en la “Lomita” unos terrenos fiscales entre La Paz y Pablo Mange, linderos al Grupo Encuentro y la escuela 255, en lo alto del alto de la ciudad
“Son 5 hermanos con él, vivíamos en el barrio la Lomita, Ulises era el mas chico, ahí era todo precario, no teníamos agua, nada. A la noche íbamos a buscar agua al Grupo Encuentro. Ulises iba al Grupo desde chiquito, El jardín y la escuela la hizo en el Antu Ruka hasta 4º grado, después lo tuve que cambiar de colegio, porque nos mudamos al barrio Malvinas”, rememora la mamá acerca de los primeros años de Ulises.
La historia de Estela se inscribe en la misma historia de muchísimas familias barilochenses a las cuales la crisis del 2001 les golpeó duro y en plena crianza de nenes muy chiquitos. Como tantas otras mamás de los barrios, Estela fue madre soltera y jefa de hogar al mismo tiempo. El acompañamiento de un puñado de organizaciones y comedores barriales la ayudaron en la crianza de sus hijos: “Yo los crié sola, porque por distintas circunstancias de la vida, me quede sola. Con todo mi esfuerzo, los llevaba a la guardería para ir a trabajar y ahí los dejaba seguros. También íbamos a un comedor, retirábamos la comida y el se quedaba en la guardería del Eva Perón. De mas grande yo salía a trabajar y el se quedaba en el colegio”, recuerda la mamá de Ulises quien desde hace un tiempo trabaja en el Sistema de Estacionamiento Medido y Solidario como parte de la Cooperativa surgida desde la organización Gente Nueva.
Cueva del tigre, cueva del perico.
Los barrios Nuestras Malvinas y Nahuel Hue, están ubicados en el área denominada Pampa de Huenuleo en el valle comprendido entre los cerros Otto, Ventana y Carbón. El nombre de esta zona se debe a la deformación del apellido de don José Antonio Buenuelo quien estaba asentado en esas tierras con anterioridad a la llegada de las fuerzas expedicionarias del Ejercito Nacional en la llamada “Campaña del Desierto”.
En abril del 2006 más de 200 lotes que una empresa cedió al Municipio por compensación de deudas, son los que empiezan a ser tomados por numerosas familias que no podían acceder a lotes para vivienda de otra manera.
En este barrio de casillas con letrinas, viviendas precarias y familias numerosas se mudó Estela y su familia hace siete años, buscando el sueño de la casa propia y el hogar calentito donde seguir criando a Alejandra, Silvana, Flavio, Mailcolm y al mas chiquitin de las hermanos: Ulises.
Leo Basanta es director de la escuela 315 del barrio Malvinas y fue docente de Ulises en los años que completó la escuela primaria: “La naturalización de las muertes de los chicos, adolescentes y adultos en el barrio a pasado a formar parte de nuestra vida y eso no debería de ser así. Y también hay otros discursos que están corriendo, bastantes autoritarios, de culpabilizar tanto al victimario como a la víctima, que tampoco corresponden, porque justificarían la muerte y ninguna muerte es justificable bajo ningún concepto” , razona Leo tratando de destrabar ese sentido común que justifica la muerte de algún joven con el famoso “en algo andaría”, el mismo argumento con que se justificaban las desapariciones de militantes durante la última dictadura.
La escuela 315 junto al Centro de Salud del barrio, los trabajadores del Ministerio de Desarrollo Social de Nación y Provincia, el Caat y otras organizaciones, conforman desde el nacimiento del barrio una mesa interinstitucional que sentó postura varias veces en los últimos años acerca de situaciones harto complejas como: violencia familiar, abuso, desnutrición y suicidios adolescentes que se dan en los barrios Nahuel Hue, Malvinas y Omega, sin haber obtenido ningún resultado sustancial que haya impedido la sucesión de otras situaciones de violencia como la que le costó la vida a Ulises la madrugada del 21 de septiembre del 2014.
Cuando le pregunto a la mamá de Ulises como ve los barrios me responde:
“Hay mucha inseguridad y no hay nada bueno para los jóvenes. Tendría que haber mas posibilidades de darle un incentivo para que ocupen su mente en algo. Que estén ocupados en asistir a talleres o lugares así. Porque ahora se reúnen en la esquina a tomar, y eso está muy mal para la adolescencia. A lo mejor la misma gente de afuera que viene de otros lugares es la que ve; que se reúnen en las esquinas y los corrompen. Les ofrecen droga o le vendan alcohol en lugares clandestinos.”
La denuncia se repite, las problemáticas están a la vista de todos los que caminan el barrio, vecinos, madres, trabajadores del estado y organizaciones sociales.
La asignación universal, el enfoque de derechos y programas como el “Progresar” para los jóvenes, conquistados durante los últimos 5 años de gobiernos kirchneristas no alcanzan a cubrir el histórico déficit estructural de vivienda, salud, trabajo, y precarización laboral que padecen los sectores más empobrecidos de la población.
Según los datos del censo realizado en el 2010 por la mesa interinstitucional casi el 30% del barrio no tiene agua, el 90 % no tiene cloacas, y el 80% utiliza gas envasado.
Pibe x pibe.
“El dolor es imborrable, no te lo puedo describir, porque el dolor va a permanecer siempre en mi, lo que si sé, es que tengo que estar de pie, porque tengo que seguir trabajando por mis demás hijos y por que soy jefa de hogar.
Es duro levantarse, y te voy a contar que lloro muchísimas veces, pero tengo que salir, mas que todo para que se haga justicia, por que a esos asesinos jamás los voy a perdonar”, dice la mamá de Ulises cuando le pregunto cómo hace para levantarse todos los días y seguir luchando. Mientras me lo dice, le tiemblan los labios y una gota cae por sus mejillas.
En su última investigación el periodista santafesino Carlos del Frade denuncia que: “Luchar contra el narcotráfico es luchar, contra el capitalismo. Y para ello, más que gendarmes, soldados o policías, hace falta pelear pibe por pibe, darle sentido existencial en cada escuela, en cada barrio, en cada club y en cada plaza. Porque el que vive sin sentido, mata o es matado sin sentido”.
Ulises es uno de esos pibes. Una muerte absurda y sin sentido que nos interpela a todos los barilochenses ya que todos los pibes son nuestros.
Hacia el final de la Odisea, la obra del poeta griego, interviene Atenea para traer paz y sosiego a la tierra de Itaca donde naciera Ulises. Acá las calles de tierra nos seguirán trayendo el recuerdo del otro, del Ulises que hubiera podido ser futbolista o cualquier otra cosa y no fue sino el pibe que salió a buscar algo para tomar y no volvió nunca más para cumplir sus sueños.
Por Alejandro Palmas
Fotografía Eugenia Neme