Debe ser uno de los destinos más inaccesibles del Parque Nacional, no solo por lo lejano sino por el difícil acceso para llegar a la cumbre de este cerro que tiene la mejor vista al Tronador, desde la cara menos visitada.
Se recomienda coordinar esta salida cuando exista algún descuento para residentes o promoción de baja temporada, porque sino hay que estar dispuesto a desenrollar un caudal importante de dinero para un mero residente. Para llegar al inicio de este sendero por Argentina hay que ir embarcado a Puerto Blest, trasporte terrestre y embarcarse nuevamente hasta Puerto Frías. Otra llegar a Frías desde Pampa Linda pero eso nos requerirá dos días previos de marcha.Una vez en Frías hay que firmar la salida migratoria del país (actualmente se encuentra cerrado ese paso por cuestiones de Covid) y caminar 3 kilómetros en franca subida rumbo a Peulla por el camino vehicular que une Argentina con Chile. Unos 200 metros pasando el hito, señalizado con un enorme cartel a mano izquierda existe un puesto de vialidad, desde donde sale la picada.
Si bien la senda no está demasiado señalizada, es clara en todo su recorrido muy ascendente y no hay otras huellas alternativas donde desviarse. Casi la final de la lenga achaparrada, antes de encarar el pedrero, hay un buen claro de pasto que puede servir de acampe, ya que hay agua, algo que no se cruza en casi todo el trayecto. Si se quiere hacer cumbre en el día, también es un buen lugar para dejar peso, para ir liviano a la cumbre. Allí el flagelo de la inseguridad no es problema: no son muchas las personas que se registran en este sendero en el año.
Sin peso extra, desde este lugar en menos de dos horas subiendo por el pedrero llegaremos a la cima del Vichadero. Ya un rato antes a mano izquierda tendremos una vista completa del lago Frías con sus aguas lechosas y a la derecha la histórica zona de Casa Pangue. Pero cuando coronamos aparece el Tronador entero desde un ángulo fenomenal y nos recuerda quién es el señor de las montañas, al menos en esta región. En un día claro, la vista es suprema y se llegan a ver infinidad de picos limítrofes.
La vez que subimos años atrás, tuvimos la suerte de encontrarnos con Alberto Schirmer Roth, cuyo abuelo materno Ricardo Roth, trabajó con Perito Moreno en la comisión de Límites. Una leyenda viva del montañismo en esta región y un conocedor en primera persona de áreas limítrofes poco exploradas. Él y su familia son oriundos de Peulla, y son quienes nos contaron su tradición cada vez que subían este cerro: mirarse los pies al caminar en los últimos metros antes de llegar a la cima, y mirar de repente al Tronador cuando lo tenemos literalmente delante nuestro, sin anticipos previos, resulta infalible a los ojos y el alma.
Además escuchamos infinidad de anécdotas e historias de montaña, algunas con final feliz y otras no tanto, que escuchamos en boca de este legendario montañista contemporáneo, que subió al Tronador infinidad de veces. Así fue que descubrimos que la construcción en piedra que pasamos un rato antes de llegar a la cumbre era un refugio de montaña que existió tiempo atrás hasta que un incendio lo terminó destruyendo. No hay nada mejor que completar la información visual del contexto, con el relato y las historias de alguien que camino esta región en primera persona.
El regreso es todo en descenso abrupto hasta el camino vehicular que une al turístico “cruce de los lagos”. Una vez allí hay que volver en bajada unos dos kilómetros rumbo a Argentina para llegar a la cabecera del “Paso de los Raulíes”, increíble senda de 9 kilómetros que nos llevará nuevamente hasta Puerto Blest, donde podremos tomar la embarcación de regreso a nuestros hogares.
Tiempo de recorrido puerto frías-vichadero (ida y vuelta): 7 horas
Dificultad; Media. El camino tiene mucho desnivel y hay poca agua en el recorrido. Se recomienda para disfrutar de la travesía y obtener una panorámica que valga la pena, ir cuando el tiempo acompañe, porque al ser selva valdiviana, llueve demasiado seguido, al menos para los amantes del trekking. La posibilidad de cruzarse con gente es casi nula lo que representa una de las mejores características del lugar.
Logística; Hay 4 formas de acceso (o de regreso), todas ellas complejas. Se puede llegar, por Chile por el pueblo de Peulla, ubicado a unos 20 kilómetros. Por Argentina se puede llegar después de hacer el paso de las Nubes desde Pampa Linda, embarcado hasta Puerto Frías o luego de recorrer el hermoso “Paso de los Raulíes” que comienza en Puerto Blest. Esta última variante es la más recomendada en estos momentos donde los pasos fronterizos con Chile se encuentran cerrados, ya que no requiere pasar por el control migratorio de Puerto Frías. Además el “Paso de los Raulíes” (camino muy transitado en un tiempo no tan lejano para ir y venir de Chile) es una senda de una belleza inigualable y bien señalizada que atraviesa la selva valdiviana, y recorre lugares increíbles de este rincón de la cordillera como es por ejemplo la laguna Los Clavos.
Tiempo de recorrido Puerto Blest-Vichadero (ida y vuelta): 2 días
A la sombra de los Andes
La cordillera de los Andes tiene un largo de 7240 km, por lo que constituye la cadena montañosa más larga de la Tierra. Los Andes forman parte de los territorios de:
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Su altura media ronda los 4000 metros y su punto más alto es el Aconcagua, cuyos 6960 metros hacen de esta montaña la más alta del planeta fuera del sistema de los Himalayas.
Los Andes también albergan los volcanes más altos del planeta, y salvo en contadas excepciones, todavía conserva la magia de lo natural, la soledad de sus recorridos y el aire puro de la Patagonia donde lo cambiante de la vegetación muta de un bosque de ñires a cañas colihue, que dan lugar a una lenga achaparrada, que antecede a los clásicos pedreros que suelen comenzar a aparecer a partir de los 1500 metros sobre el nivel del mar.
Sin dudas un lugar mágico donde el clima cambia de repente y están conectadas zonas desérticas, como una meseta, a una selva (valdiviana) en poco más de 50 kilómetros de distancia. Hay para todos los gustos. Y aunque no se lo crea en la actualidad, aún hay zonas inexploradas, montañas sin nombre, lugares muy poco concurridos que resguardan a la naturaleza casi intacta.
En ese mar de montañas, crecemos, conocemos y caminamos todos los días. Entre sus cimas y abismos, entre sus sombras y valles tomamos perspectiva de lo que nos rodea. Y ese entorno lleno de sendas y picadas es el que caracteriza al Parque Nacional más antiguo y el segundo más grande del país: el Nahuel Huapi, esta hermosura que siempre tiene recovecos nuevos y muta de color y de forma de acuerdo a la estación del año en que la visites. Éstos son senderos con una inmensa historia, y a la vez, desconocidos por la inmensa población de nuestra región. En este lugar miramos los atardeceres y vivimos a su sombra, mirando sus filos, donde las distancias son casi verticales. Sin duda esta geografía extrema impregna, forma nuestro carácter y sentido de pertenencia a cuestiones que tienen que ver con nuestro contexto y nuestra personalidad labrada en nuestra indómita Patagonia.
Frase invitada
Sebastián De La Cruz (legendario escalador barilochense)
_ ¿Cómo festejaban esas subidas a cimas memorables una vez que estaban de vuelta en tierra firme?
“Con alegría. Con todo lo mejor. Si hay gente mejor, porque a veces pasa que no hay nadie para compartirlo. Son experiencias personales, porque el andinismo no es competitivo salvo con uno mismo. Es de los pocos deportes donde tenés que superarte a vos mismo y competís contra tus miedos, tu vagancia, y aprendes de tu paciencia. No es como el tenis que tenés que superarte a vos mismo, y además a un rival. Acá no. Es vos y el cerro. Y para mí es tan válida la experiencia del que tuvo la experiencia del más alto grado, como el que está superando un hito importante en su vida aunque sea en un nivel deportivamente básico. Se tiene la misma sensación; una satisfacción grande. Y quizás es más válido el que tiene menos nivel, pero disfruta y aprende mucho más de su superación.
Sin embargo hay que tener mucho cuidado conel ego porque es un arma de doble filo. Porque empuja a cosas que por ahí no son las que querés. Hay mucha manipulación y tenés que tener mucho cuidado y saber ver con claridad tu propia motivación. Si vas y lo haces por plata, o por querer ser mejor que otro, o que tu nombre trascienda en la fama y la historia no es muy real, hay distintas clases de ego. Y hay que tener cuidado porque a veces el ego cega y es frecuente verlo. En la escalada te das cuenta por la actitud de la gente. Son estilos de ver la vida en cada situación”.
(2009, Revista Kooch, Espíritu de Montaña)
Por Sebastián “Pollo” Carapezza
Foto portada: Emiliano Cafferata
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí informándote en Al Margen: