En nuestro país, las cifras de la violencia obstétrica son alarmantes. La sala de partos es escenario constante de vulneración de derechos. Un proyecto de ley, presentado por la diputada Mónica Macha en septiembre de 2020, tiene como objetivo establecer un marco regulatorio para el funcionamiento de casas de parto y nacimiento.
La iniciativa no solo busca garantizar el derecho de las personas gestantes a decidir en todo el proceso de embarazo, parto y posparto, sino también erradicar la violencia obstétrica y descomprimir el sistema de salud.
Las casas de partos son espacios con características similares a las de un hogar, destinados a nacimientos de bajo riesgo. La diputada por el Frente de Todos, Mónica Macha, junto a la Red Argentina Casas de Partos, presentó el pasado septiembre un proyecto para establecer un marco que habilite su funcionamiento en todo el territorio nacional.
La iniciativa propone que sean regulados por el Estado y funcionen como dispositivos propios del sistema sanitario. Esto cobra una enorme relevancia en el contexto de pandemia, donde ha quedado de manifiesto la necesidad de descentralizar la atención medica.
El proyecto está en la Cámara de Diputados, aún no ha sido tratado en comisiones. Apuestan a que se sancione antes de fin de año.
“Las licenciadas en Obstetricia, que seríamos las que coordinaríamos las casas, tendríamos una visión propia profesional que tiene que ver con la fisiología, alejada del modelo médico hegemónico, donde se tiende a pensar el parto como un proceso riesgoso tanto para la madre como para el bebé, y por esto se hacen muchas veces intervenciones innecesarias”, explica Julia Pecovich, partera de Bahía San Blas, Carmen de Patagones Las obstétricas están formadas específicamente para atender procesos en torno a los derechos sexuales y reproductivos. Serían ellas quienes, acompañadas por un equipo interdisciplinario, atenderían a las familias que así lo decidan en el momento del nacimiento.
“Las casas de parto no van a reemplazar los hospitales sino que brindarían un entorno hogareño al nacimiento fisiológico”, continúa Julia. Sería una posibilidad más a la hora de elegir cómo y dónde parir.
Erradicación de la violencia obstétrica
La Ley 25.929, habitualmente conocida como “Ley de parto respetado”, indica que la persona gestante tiene derecho a “ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto”. El modelo de atención propuesto favorecería el acceso a este derecho, siendo prioridades el respeto por la fisiología y el abordaje del proceso desde la salud y no desde la patología.
En Argentina, las estadísticas sobre violencia obstétrica, tipificada en la ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (Ley 26.485), son realmente alarmantes. Según la OMS, 4 de cada 10 nacimientos suceden por cesárea, cuando el número considerado como ideal a nivel mundial es 1 de cada 10. La mayoría de esas cesáreas son programadas por decisión del profesional y no de la persona gestante. Cuando no hay una razón médica válida para realizarla, esta intervención quirúrgica puede generar daños a corto y largo plazo.
Así como el número de cesáreas supera ampliamente lo recomendable, lo mismo sucede con otras intervenciones que tienen el objetivo de apurar los tiempos sin evidencia científica. De un informe del Observatorio de Violencia Obstétrica de Las Casildas, se desprende que a 6,4 de cada 10 mujeres les fue suministrada oxitocina sintética (cuando el estándar justificable según la OMS es entre 0.5 y 1 de cada 10) y a 7 de cada 10 les rompieron artificialmente la bolsa (maniobra que no ha demostrado beneficios). Esto sucede aun estando explicitado en la ley de parto respetado que las personas tienen derecho “al parto natural, respetuoso de los tiempos biológicos y psicológicos, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer”.
A estos datos sobre intervenciones se le suma la episiotomía innecesaria, que en Argentina se realiza a 6 de cada 10 mujeres y es considerada por la OMS como mutilación genital. Lo mismo la maniobra kristeller, que es realizada a 3.3 de cada 10 mujeres y está categóricamente desaconsejada. Gran parte de estas prácticas son realizadas sin el debido consentimiento de la persona gestante y sin informarles sobre la evolución del proceso, además de ir acompañadas de tratos denigrantes e insinuaciones sobre el peligro que corre el bebé.
Si bien, como sostienen muchas activistas, el cambio de escenario nunca es garantía de erradicación de la violencia, construir establecimientos que apuesten a un abordaje desde la salud y no desde la patología colaboraría en gran medida. De igual manera, el modelo de atención propone poner el foco en el ejercicio de la autonomía de la persona gestante, mediante la toma de decisiones informadas durante todo el proceso. Asimismo, la intimidad, la posibilidad de estar acompañada por personas de su entorno, la libertad de movimiento y la permanencia del bebé junto a su familia son claves para que la experiencia no se convierta en un evento traumático.
“El proyecto de casas de parto, es plantearnos un presente posible que pueda ubicar al nacimiento y el momento del parto en un contexto de mayor intimidad, de mayor alegría, fuera de la dinámica y la estética de un hospital y que esto también genera mejores condiciones para la vida que se está iniciando”, afirma Mónica Macha en un video en el que saluda a las parteras en su día.
Descompresión del sistema de salud
Estas situaciones de violencia se multiplicaron en contexto de pandemia. Según un relevamiento de Las Casildas, en los primeros meses de aislamiento en 2020, al 69% de las mujeres les cancelaron los turnos prenatales, el 43% de los nacimientos fueron inducidos y el 50% fueron por cesárea. Entonces, la posibilidad de crear estos establecimientos en el marco del sistema de salud cobra otra relevancia en este contexto. No solo permitiría que los nacimientos sucedan fuera de los hospitales, sino también los cuidados antes y después del parto. De esta manera, descentralizaría la atención de los centros de mayor complejidad y posibilitaría una alternativa ante el panorama desolador del recrudecimiento de la violencia
“Necesitamos parir de otro modo, la pandemia trajo visibilidad sobre muchas cosas que sabíamos que estaban, pero que las vemos con más crudeza. En el contexto de la pandemia la situación del acompañamiento del embarazo es dificultoso y el momento del parto está siendo para muchas mujeres más complejo también”, cuenta Macha en el mismo video.
Pecovich también se refiere a la perspectiva que cobran las casas de parto en el contexto del coronavirus: “Hemos tenido que abocar muchos recursos sanitarios de nuestro país a responder a esta enfermedad. Entonces, en general, las profesionales de la salud que nos ocupamos de los procesos fisiológicos que están asociados a los ciclos reproductivos nos fuimos desde los hospitales a trabajar a centros de atención primaria, a clubes, a sociedades de fomento, cada localidad lo fue armando a la medida de sus posibilidades. Lo que quedó claro es que todos estos servicios no era necesario que funcionen en los hospitales”.
En este sentido, relata sobre su experiencia en los meses de aislamiento: “Incorporamos la atención telefónica y manteníamos una comunicación fluida con las mujeres en sus casas, desde que empezaban las contracciones, íbamos guiándolas, teniendo en cuenta sus necesidades y tratábamos de retardar su acceso al hospital. Esto mismo podría suceder en una casa de parto que tuviera una comunicación fluida con el hospital para, en el caso de encontrar alguna patología o una necesidad de derivación, que esta sea efectiva”.
“Necesitamos poder generar otros espacios para parir, para poder generar otras vidas, para que esas mujeres, lesbianas y varones trans transiten sus partos de otro modo, para que eses niñes que vienen al mundo sean recibidos de otro modo, desde la alegría, la salud, el acompañamiento, y volvamos a pensar también en que la maternidad es una cuestión colectiva y política”, concluye Macha en el saludo a las parteras.
Legitimar opciones que habiliten la autonomía, la posibilidad de tomar decisiones informadas y el abordaje del proceso desde la salud, garantizando así los derechos de las personas gestantes, es, entonces, una responsabilidad colectiva y política de toda la sociedad.
Para contactarse con la Red Argentina Casas de Partos: casasdepartosargentina@gmail.com
Por Camila Vallendor
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen