El debate en torno al Aporte Solidario y Extraordinario de las Grandes Fortunas en la Argentina estuvo en boca de todos y todas. ¿A quienes alcanzó? ¿Quiénes se resistieron y judicializaron el pago? ¿Por qué fue por única vez? Ahora que empezó a cobrarse se supo que el 76 % de quienes lo pagaron son varones. De este dato habla esta nota.
Economía con perspectiva de género.
Mediante un informe elaborado hace algunos días por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), se analizaron las desigualdades de género en términos patrimoniales, tema poco abordado también desde los estudios económicos y de géneros.
Para ello, examinaron no sólo la brecha salarial de género mediante el ingreso percibido por ocupación principal sino que también tuvieron en cuenta la forma en que se distribuye el patrimonio entre géneros según se declaran ingresos en la Base de Bienes Personales. Este el impuesto más progresivo que tiene la estructura tributaria argentina, que a su vez es de carácter patrimonial. Como fuente utilizaron datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), tanto del 2018 como del 2019.
Las conclusiones son alarmantes y antes de detallarlas, vale aclarar que la distinción en la que se centra el informe es binaria (varón/mujer), porque las bases estadísticas aparecen sólo con esta distinción, sin incluir a los grupos LGBTTIQ+. Capítulo aparte merece este análisis ya que sabemos de las dificultades que tienen la mayoría de quienes integran los colectivos para conseguir trabajos registrados, sueldos dignos, subir en la escala patrimonial, entrar en estadísticas, etc. Hoy nos quedamos con esa reflexión.
Para hablar sobre el informe que aporta datos contundentes, Al Margen entrevistó a Valentina Castro, investigadora del CEPA.
Brecha de ingresos
“En los últimos 60 años, las mujeres de América Latina se han incorporado al mercado de trabajo de manera creciente. Si antes la división sexual del trabajo las había excluido, hoy se observa que existe una creciente incorporación, aunque la misma se viene realizando de manera desigual y por ende se mantienen las desventajas hacia las mujeres. No es un acceso real, es sumamente restringido”, dijo y agregó: “para el año 2019, las mujeres percibieron, en promedio, una masa salarial 23% más baja que la de los varones. Los datos se corresponden con un análisis del sector privado registrado, lo cual excluye al mundo informal o no registrado”. De más está decir que lamentablemente si algo dejó y deja en claro la pandemia, es que esa informalidad está presidida por mujeres. “La pandemia visibilizó algo que venía ocurriendo desde hace muchísimos años: el trabajo no remunerado, relacionado con las tareas de cuidado”.
Castro siguió desmenuzando el informe. “A medida que los ingresos son más altos, se profundiza la menor presencia femenina. Cobramos sueldos más bajos. Cuando nos posicionamos en el rango de salarios de $500.000 a $2.500.000 en adelante, no sólo los varones tienen un ingreso 12,3% mayor en promedio sino que, es mayor la proporción de varones en ese rango: 0,3 versus 0,1% de mujeres”.
Es interesante analizar esta relación entre los niveles de ingresos de las mujeres y de los varones porque es un indicador síntesis de la brecha salarial de género y expresa tanto el grado en que las mujeres acceden al mercado de trabajo como los niveles monetarios que obtienen en comparación a los varones. Los datos muestran que, incluso en el universo del empleo registrado, prevalecen elevadas brechas salariales de género.
Estas desventajas se manifiestan especialmente en la dificultad de acceder a determinadas profesiones que están masculinizadas (“paredes de cristal”) y también de poder desarrollarse profesionalmente y ascender a cargos jerárquicos (“techos de cristal”).
Brecha patrimonial
Desde el CEPA, decidieron hacer foco también en este concepto que es novedoso porque ya no solo se estudia la diferencia entre salarios percibidos sino también en los patrimonios, los bienes personales. “Esto explica los vectores de desigualdad que luego se traducen en lo que es la desigualdad cotidiana”, sostuvo Castro. Para ello, utilizaron como insumo principal el Impuesto a los Bienes Personales de AFIP del 2018, último disponible a la fecha, que alcanza a todo tipo de bienes, como inmuebles, automotores, naves y aeronaves, los depósitos de dinero, los títulos y acciones en el país y en el exterior, bienes muebles, etc.
“La cantidad de mujeres alcanzadas por el impuesto en Argentina sumó 237 mil casos aproximadamente. El número representaba a la mitad de la cantidad de varones. Del 100% de las personas alcanzadas por el impuesto, el 34% corresponde a las mujeres y el 66% a los varones”, explicó Castro mientras agregó que “se evidencia una clara distribución asimétrica en la distribución de la titularidad de los patrimonios según género”. Continuó: “Esto demuestra que las mujeres han tenido menos bienes que los hombres, que sólo los hombres declaran sus bienes porque tienen más valor y que los bienes de las mujeres son menor valuados que los de los hombres, a valor mercado”.
Esto nos lleva a pensar varias cosas. Mucho se habla de la feminización de la pobreza pero esa feminización de la pobreza tiene su contrapartida en la “masculinización de la riqueza”. “La riqueza tiene cara de hombre”, opinó la investigadora. “Hace poco se conoció que quienes pagaron el Aporte a las Grandes Fortunas son mayormente hombres, un 76%, según datos también interesantes de AFIP. Existe una gran concentración de la riqueza en mano de los varones”, añadió.
Por otra parte, no se puede dejar de mencionar que hay actividades laborales típicamente feminizadas en las que por supuesto, se cobra mucho menos. Para los varones están designadas áreas como agricultura, industria, construcción, transporte y por ellas son más ricos. Las mujeres de mayores patrimonios tienen muy baja participación en estos rubros, alcanzando sólo 0,9% en industria, 0,25% en construcción y 1,16% en transporte, por ejemplo.
“El mercado de trabajo es una deuda pendiente, más allá de todo lo que el feminismo ha logrado”, opina Castro al tiempo que plantea la “importancia de políticas públicas para que haya un acceso real de las mujeres y de las disidencias al mundo laboral. Que siga habiendo brechas no construye un futuro alentador”.
“Cuando se discute un sistema de cuidados estamos tocando la base que nuclea y sostiene a la sociedad. Por eso es necesario que la perspectiva de género también tenga esta perspectiva del trabajo y los cuidados. Es necesario que haya un reconocimiento no solo material sino también simbólico porque las mujeres somos el motor de la economía. No podemos pensar una economía sin un sistema de cuidados que tiene que ser reconocido y remunerado”, agregó.
“Son siempre las mujeres las que han salido más vulnerables en las situaciones de crisis y también son siempre las mujeres las que se han organizado para apaciguar ese impacto. Ejemplo: los comedores, ollas populares. Entonces hoy somos nosotras las que mantenemos gran parte de la economía. Y vale preguntarse: ¿Cuál es el reconocimiento simbólico, social, económico, político que existe?”, finalizó.
Las políticas públicas llegan con voluntad política
En este sentido, hace algunos días se conoció que la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) tiene casi terminado un programa que permitirá que 155.000 mujeres accedan a una jubilación a pesar de no contar con los 30 años de servicios requeridos entre sus aportes registrados y los períodos que pueden reconocerse por la actual moratoria. El “Programa Integral de Reconocimiento de Períodos de Servicio por Tareas de Cuidado” reconoce que las tareas de cuidado son un trabajo y consiste en sumar años de servicios previsionales de acuerdo a la cantidad de hijos -hasta 3 por cada uno- y licencias por maternidad de la persona gestante.
Según los registros del organismo que conduce Fernanda Raverta, el 44 por ciento de las mujeres en edad jubilatoria -aproximadamente 300 mil entre 59 y 64 años- no pueden acceder a un beneficio previsional debido a que la inserción en el mercado laboral -especialmente en el sector formal- es más difícil para las mujeres que para los varones. La medida habilitaría a otras 30 mil mujeres a jubilarse el año que viene.
Una excelente noticia. Un gran avance. Si se cumple.
Por Luciana Avilés
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen