Nos preguntábamos cómo hubiera festejado este cumpleaños el Rafa. Lo imaginamos con la campera de Boca, en el barrio con sus amigxs o en la recuperación territorial Lafken Wincul Mapu, con su tía María y su prima Johana, esas que tanto le enseñaron de su raíz Nahuel (Tigre en Mapuzungun). De lo que estamos segurxs, es que el escudo de Boca estaría presente.
Porque a Rafa le apasionaba la redonda y seguro estaría pensando cuándo volvería el futbol para juntarse a ver el partido, o cuándo podría volver a cargar a los primos de la banda roja, el folklore que es moneda corriente en el barrio y calor fundamental para aguantar el frio que duele en los huesos cuando se vive en El Alto de Bariloche. Allá arriba no hay calefacción central, ni leña seca. Para ellxs no está permitido.
Una de las ultimas fotos de Rafita es posando junto al arco del Centro Comunitario Ruka Che, ahí donde se aprende oficio, peleando a la vida en grupo junto a lxs profes y compañerxs del Semillero Al Margen.
Cuenta la historia que de tanto pelotazo y de tanto colgarse, el arco se había quebrado, y el Rafa al verlo así, fue rápido a buscar la soldadora. Ahí se sacó la foto, con la tarea cumplida, dejando el arco listo para poder seguir haciendo goles a la vida.
A los pocos días, Rafael Nahuel con 21 años y en un fuerte proceso de revinculación con su raíz ancestral Mapuche, estaba en la recuperación territorial cuando una bala de las fuerzas de seguridad lo asesinó por la espalda, por defender y reclamar lo que el hombre blanco le arrebató a sus antepasadxs.
Hoy Rafita cumple 24 años. Y lo decimos así, en presente, porque está con nosotrxs su recuerdo de lucha incansable por un mundo más justo y en el reclamo de justicia para él y para todxs lxs caídxs por las balas del Estado.
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Por Facundo Soukoyan
Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino